jueves, 28 de marzo de 2013

El Pan de cada día

Uno de los primeros recuerdos de mi niñez es cuando salía de mi cama temprano a la mañana para observar cómo mi padre se arrodillaba, leía la Biblia y oraba antes de irse para el trabajo. Esto produjo un gran impacto en mi alma de niño.

Todos los días papá leía un capítulo de los Proverbios, ya que hay treinta y un capítulos y la mayoría de los meses tienen treinta y un días. Incluso hasta hoy sigo tratando de practicar esta costumbre. Además de todas mis otras lecturas y estudios bíblicos, comienzo el día con un capítulo de los Proverbios. Y he aprendido a hacerlo de rodillas.

Grandes hombres de Dios y maestros cristianos han marcado mi vida y mi ministerio. Estos hombres han dejado huellas en mi vida y en las vidas de otros cristianos por la santidad y humildad con que vivieron y por sus esfuerzos para salvar almas.

Todos estos hombres de Dios veían la necesidad crucial de la santidad personal ante Dios. Uno de estos fieles cristianos consagrados afirmó: "De acuerdo a tu santidad, así será tu triunfo en la vida... Un hombre santo es un instrumento poderoso en la mano de Dios."

Muchos son los factores que resultan en impactos perdurables y beneficiosos en una comunidad o una nación. Sin embargo, creo que la santidad entre el pueblo de Dios, y en especial entre los líderes, es fundamental. El pecado y la falta de santidad entristecen al Espíritu Santo y obstruyen su obra. La Escritura nos advierte: "No entristezcan al Espíritu Santo" (Efesios 4:30 BD) y "No apaguen el fuego del Espíritu Santo" (1 Tesalonicenses 5:19 BD).

Por otra parte, la Palabra de Dios nos exhorta, "Estén llenos del Espíritu Santo" (Efesios 5:18 BD). Para el cristiano, el estar lleno del Espíritu es una orden, un deber y un privilegio. Ser lleno del Espíritu significa caminar en la luz de Dios y ser controlado por Cristo, quien vive en nuestro corazón. Para que esto sea posible, debemos pasar tiempo diario leyendo y estudiando la Biblia, llenando mente y corazón con la Palabra de Dios, que es inspirada y tiene poder para transformar vidas. "Mantengan vívidas en su memoria las enseñanzas de Cristo y permitan que sus palabras enriquezcan sus vidas y los hagan sabios" (Colosenses 3:16 BD).

Para animarnos a ser santos y estar llenos del Espíritu de Dios, siervos del Señor han ideado guías bíblicas para lecturas diarias. Hay muchas y las hay muy buenas. Se publican con distintos nombres y tienen variaciones en su presentación, pero todas son excelentes y resultan muy útiles para los cristianos que en verdad desean conocer y obedecer la Palabra de Dios. Las guías sugieren distintas lecturas bíblicas, que a través de uno, tres o cinco años, llevan al lector a través de toda la Biblia. Recomiendo que consiga una de estas guías de lectura.

Otra buena alternativa es trazar un plan de lectura propio. Mi consejo es que la lectura incluya algo del libro de los Proverbios, algún salmo, una porción del Antiguo Testamento y una porción del Nuevo.

¿Qué acerca de usted, hermano y hermana? ¿Se ha disciplinado para leer la Biblia todos los días? Si aún no lo ha hecho, comience hoy mismo. Como lo hacía mi padre, empiece con el libro de los Proverbios y luego, en forma sistemática, lea toda la Biblia en un año.

¿Por qué dejar pasar otro día más sin tener parte del alimento espiritual y nutritivo de este pan de cada día?

La Autoridad como parte del Liderazgo en la Familia

Si hay un tema que preocupa cada vez a un mayor número de padres, este es el de la autoridad. Muchos se quejan de que sus hijos no les hacen caso y no les obedecen.

Pienso que se trata de un problema realmente preocupante ya que sus devastadores efectos no solo se sufren en casa, sino que la sociedad entera los padece. La raíz de muchos problemas de violencia y desorden en la escuela tienen su origen en el hogar.

Uno de los problemas de nuestro siglo es dejarse llevar por el ritmo vertiginoso de la vida. Las prisas y la consecuente falta de tiempo hacen imposible la reflexión y obligan a actuar muchas veces, de manera automática, espontánea y siempre en función del estado de ánimo. Si se está de buenas, se concede todo, si se está de malas se niega y se riñe. Así no hay manera de educar.
“La autoridad de los padres debiera plantearse de manera similar al liderazgo de un directivo.” Uno de los fines de un buen directivo es influir en las personas para que la organización funcione. Lo puede hacer por la vía de la coacción, de la persuasión o de la autoridad moral. Cada una de las tres vías puede ser necesaria en algún momento. Sin embargo el peso de cada una no debe ser el mismo.

La experiencia refleja que la autoridad moral es la más efectiva y humana y que solo se consigue cuando los componentes de la organización ven que el líder o directivo se esfuerza diariamente por vivir lo que pide a los demás.

Mi experiencia es que la coacción sirve de poco en la educación, diría más bien que de nada. Un padre o una madre que luchan por vivir lo que exigen a los hijos tienen mucha más autoridad y son mucho más persuasivos que unos padres que actúan por impulsos y son esclavos de las circunstancias. Esta manera de actuar y ejercer el Liderazgo ayuda a todos a ser más felices.

miércoles, 13 de marzo de 2013

Angustia y Preocupación

Salmos 56:8 "Tú llevas la cuenta de todas mis angustias y has juntado todas mis lágrimas en tu frasco; has registrado cada una de ellas en tu libro".

Cuando tenemos una angustia Dios quiere consolarnos y ayudarnos a ser libres. El Señor tiene en cuenta cada una de las angustias, dolores, frustraciones y preocupaciones de sus hijos. Él quiere llevarnos a la sanidad, liberación y bendición plena.

Para ser libres de las preocupaciones, frustraciones y angustias debemos darle lugar a la presencia de Dios en nuestras vidas. Permanecer en un estado de ansiedad y estrés por preocupación, trae también problemas físicos como pueden ser: Contracturas musculares, obesidad, agitación, mareos, insomnio, irritabilidad, presión alta, sudoración en las manos, bajas defensas, ataques de pánico y posibles problemas cardíacos.

Todos pasamos distintas dificultades, y no solo con problemas financieros o físicos, a veces son otro tipo de conflictos, como por ejemplo malos entendidos que generan mucha ansiedad, o palabras violentas, muy hirientes que han soltado sobre nosotros, que duelen y hacen sangrar nuestra alma. Otros padecen temores, confusiones, culpa, intimidaciones, traiciones, engaños, fracasos, estafas y opresiones de todo tipo. Nadie está exento de atravesar alguna situación estresante y dolorosa. Pero el Señor es nuestro consolador y quién nos librará de todas ellas, quién nos ayudará paso a paso a salir de la tribulación.

A veces los conflictos parecen muy difíciles de solucionarse, pero el Señor es capaz de darnos la solución y libertad. Vivir preocupados y ansiosos no soluciona nada, algunos consejos para dejar la preocupación son:

1. Deja que Dios sane tu corazón, deja tus malos recuerdos en sus manos, deja que él tome tu ansiedad, no te dejes llevar por impulsos emocionales desbordados, por impulsos violentos, enojos, iras, no pienses, ni decidas en la marea emocional alta. Dios es paz, es perdón, es amor. (1 Pedro 5:7 echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros)

2. Presenta todas tus cargas y preocupaciones en oración a Dios. (Filipenses 4:6-7 Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús )

3. Concéntrate en la solución y no en el problema. Hay solución eficaz para todo, es posible vivir en paz. Piensa y busca todas las soluciones y alternativas posibles. No te cierres en la obstinación y cierres tu corazón porque la solución que tú tienes para solucionar tus problemas y tus vacíos no llegan.

4. Cuéntale tus preocupaciones a personas que te quieran sinceramente y que puedan darte una ayuda emocional y espiritual.

5. Controla tus pensamientos, no dejes que la imaginación se te dispare y cree un montón de cosas fantasiosas en tu mente, temores de todo tipo que no existen. Resiste a los pensamientos negativos y fatales.

6. No suponga cosas, no saque conclusiones de aquello de lo que todavía no ha podido comprobar. No actúe por rencor u odio.

7. Haga suyas las promesas de Dios. Aliméntese más de la palabra de Dios que de los noticieros. Busque cosas edificantes y enfóquese en cumplir sus sueños evitando las distracciones inertes.

Lo que podemos capitalizar de los problemas es que podremos comprender a quienes estén pasando por lo mismo. Todo lo que padeciste y sufriste, te da el pleno entendimiento cuando otro lo está pasando, y cuando hemos salido tenemos autoridad para ayudar y consolar con eficacia a quién ahora este sufriendo. (2 cor. 1:3-4 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios)

Recuerdo alguien que siempre se ocupaba de visitar conocidos y vecinos a quienes le había fallecido algún familiar, esta persona concurría a muchos velorios porque había sufrido la muerte de un hijo y de varios seres queridos, sabía perfectamente lo que es sufrir distintos duelos, por eso se ocupaba de consolar a quienes pasaban por lo mismo. En cierta medida los problemas nos hacen más sensibles, menos frívolos y menos egoístas. Nos hacen alguien que puede restaurar a otros.

Jesús nos dice que perdonemos a nuestros enemigos, pero nosotros muchas veces nos la pasamos metiendo culpa, juzgando y molestando a nuestros hermanos, amigos o compañeros. Si hay una fuerte injusticia, siempre hay un Dios justo que actuará. No hagas justicia por tu propia fuerza, Dios no te llamó a ser un justiciero y ejercer violencia verbal, física o emocional en los demás. En todo caso dejemos lugar al juicio de Dios, el se encargará adecuadamente si es necesario (Romanos 12:19 No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor). En cuanto a nosotros se nos dice: "Bendigan y no maldigan" (Romanos 12:14 Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis). Cuando soltamos maldición y palabras brutales hacia otro, los primeros afectados somos nosotros, porque la maldición primero recorre todo nuestro ser hasta salir por nuestras palabras, y nos causa ansiedad, resentimiento, amargura y problemas de salud.

El salmo 23 nos dice que descansaremos en delicados pastos, nos dará reposo y descanso. La Paz es la voluntad de Dios, por eso unidos a Jesús por medio del Espíritu Santo podremos alcanzar la paz plena

Él nos hará transitar y hacer cosas que nos llevarán a la plenitud espiritual y física.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Vino nuevo en odres viejos?

(Por Apuntes Pastorales)


Necesitamos un equilibrio sano entre la apertura al cambio y la conservación de las tradiciones inamovibles. La institución que no da apertura al cambio para dar lugar a la renovación, manteniendo su esencia, muere. El sentimiento de conocer y aprender del pasado ya no es tan claro hoy, cada vez es mayor la cantidad de personas que lo desestiman y viven anclados en el presente. Esta tendencia al presentismo convive con el resurgimiento de feroces tradicionalismos.

A la vez estamos viviendo una colosal crisis de identidad. Algunos la llaman crisis de la modernidad, otros crisis de la civilización occidental, otros, crisis de valores, otros postmodernidad, otros globalización. Como se le llame, existe una conciencia generalizada de que los fundamentos mismos de la tradición occidental y cristiana están siendo removidos y que algo esencial de aquello que dejó definida nuestra identidad, ha empezado a morir irremisiblemente. Y esta crisis alcanza a todo el mundo y a todas las esferas de la vida aunque toma diferentes matices de acuerdo a cada contexto.

En América Latina, vivimos una especie de contrariedad. Para algunas personas es inaceptable y fuera de lugar el preocuparnos por la postmodernidad cuando en realidad no hemos alcanzado todavía la modernidad. 

Como parte sustancial de todo este proceso de crisis o de transición en lo económico y lo social, también se ha producido un cambio dramático en el panorama religioso en el cual vivimos y hacemos misión. Esto nos afecta no sólo porque incluye nuevos desafíos para nuestra acción misionera sino porque ha ido modificando paulatinamente nuestro rostro como evangélicos en nuestras tierras latinoamericanas. El reino del pluralismo religioso se ha acercado y ya habita entre nosotros. Y juntamente con este pluralismo, tenemos también el desafío que proviene de la renovación católica, de las comunidades carismáticas, de las agrupaciones con trasfondo oriental y de los nuevos escepticismos que son resultantes del desinterés y del individualismo que sufren amplios sectores de nuestras sociedades latinoamericanas. 

Por pluralismo religioso entendemos esta tendencia actual a aceptar toda opción religiosa como válida siempre que lo sea para la comunidad o persona que la asume como suya.

La renovación católica nos está cuestionando desde hace mucho tiempo. Ya no podemos definirnos como evangélicos por distinguirnos en ser hermanos que enarbolamos la Biblia, porque hoy los católicos tienen en alta estima la Biblia y aun más alto muchas veces que los evangélicos. Y no solamente esto es válido en relación con la Biblia sino con otros aspectos de la vida cristiana como la evangelización entusiasta, la vida congregacional, la oración y el liderazgo laico.

Los cultos con trasfondo oriental también nos desafían, especialmente por su propuesta de cuidado del cuerpo en lo cual son aun más radicales, con el añadido que nos pone en desventaja de alcance que estos cultos orientales no tienen exigencias dogmáticas ni éticas, de modo que resultan mucho más atractivos, sobre todo para la juventud...

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Por Apuntes Pastorales (www.apuntespastorales.com)

Según pasan los años

(Por Salvador Dellutri)


Nos hemos acostumbrado a no llamar a las cosas por sus nombres. Preferimos el eufemismo antes que la denominación correcta. Decimos “negociado” cuando debiéramos decir “robo” y “estafa”. Decimos “faltó a la verdad” cuando lo correcto sería decir “mintió”. Y preferimos hablar de “edad avanzada” o “tercera edad” cuando realmente tendríamos que hablar de “ancianidad” o “vejez”.

¿Por qué ese temor a la palabra “vejez”? ¿Por qué el ocultamiento de la edad se estima como una manifestación de coquetería? ¿Cuál es la razón del miedo a las arrugas, las canas o la calvicie? Somos una sociedad que le teme a la vejez.

El ideal de nuestro mundo es el hombre joven de músculos firmes, atlético y vigoroso. Todos los medios difunden esa imagen y toda la sociedad parece convencida de su pertinencia. Pero, sin darnos cuenta, estamos haciendo una regresión histórica y volvemos a las concepciones paganas – griegas y romanas – en que el hombre era fundamentalmente cuerpo y el ideal era el dios Apolo.

Cuando las empresas necesitan emplear buscan jóvenes de menos de 30 años, a los que, absurdamente, se les pide “experiencia”. Contra esta corriente ni siquiera las estadísticas, a las que somos tan afectos, han podido hacer nada. Es en vano que demuestren que un hombre mayor de 40 o 50 años es más cumplidor en su trabajo, falta menos, toma menos vacaciones, rinde en forma pareja, etc. Todo esto parece no tener importancia en una sociedad que ve con temor todo lo que signifique vejez.

El sabio Salomón decía hace tres mil años: “La hermosura de los ancianos es su vejez”. Seguramente la sentencia es incomprensible para hombres y mujeres del presente que intentan continuamente borrar todas las marcas del paso de los años en su cuerpo, aún a costa de lucir esas ridículas máscaras de pómulos como pelotas de tenis y ojos con la expresión de “yo no fui”, que suelen proporcionarles los cirujanos plásticos.

En el pasado el anciano era el que acumulaba la sabiduría y se constituía por derecho propio, en el consejero natural de cada comunidad. El anciano era la memoria colectiva decantada por la serenidad que otorgaba el tiempo vivido. Por eso las nuevas generaciones encontraban en ellos respuestas a los problemas de la vida.

El mundo presente ha privilegiado el mercado, la competencia y la productividad. Se busca el conocimiento, pero se desdeña la sabiduría.

Volvimos a dar vigencia a una despiadada sentencia de Cicerón que calificó a los ancianos como “superfluos”, justificando su desatino con el argumento de que consumían sin producir.

La ética judeo cristiana nos rescató de esa insensata forma de pensar, para hacer que en occidente se valorizara y respetara al anciano. Hoy, en este proceso de desacralización de todas las cosas, volvemos a reflotar los conceptos decadentes que habíamos desechado. Cuando vemos la forma en que se trata a los ancianos, las magras pensiones con que se los quiere sostener, la postergación constante de sus derechos, etc.- no podemos menos que espantarnos ante una sociedad enferma de canibalismo.

Todos, quién esto escribe y usted estimado lector, vamos inexorablemente hacia la vejez. Todos estamos, como decía Heráclito de Efeso, colocados en la corriente del río del tiempo. No solo ocupamos un lugar en el espacio, sino que nos deslizamos por esa otra dimensión inasible que contabilizamos con relojes y calendarios, pero que no podemos dominar.

En el pasado, con un sentido trascendente de la existencia, se miraba a la vejez como una etapa de realización plena. Hoy, frivolizados y empobrecidos por la óptica humanista, carentes de sensibilidad espiritual, sumidos en una visión intrascendente de la existencia, la vejez ha pasado a ser la antesala de la nada. Por eso asusta y se pretende conjurar de cualquier forma.

¿No sería más sensato recapacitar acerca del sentido que tiene la existencia y entender al hombre como un ser espiritual y trascendente? En ese rumbo encontraríamos la respuesta a un problema que ninguno puede sentir como ajeno.

Por Salvador Dellutri (http://tierrafirmertm.org/)

viernes, 1 de marzo de 2013

La Ventana de Johari

La ventana de JoHari es un modelo que resulta extremadamente útil para realizar una aproximación al fenómeno de la comunicación y analizar la dinámica de las relaciones interpersonales, JoHari no es más que una palabra inventada por los autores de esta teoría que corresponde a las primeras letras de sus nombres. Estos investigadores fueron Joseph Luft y Harry Ingham.
La ventana de JoHari es una herramienta efectiva que permite revisar el proceso de interacción humana explorando como fluye la comunicación entre los protagonistas y así mejorar la comunicación interpersonal.

Se trata de un modelo que intenta explicar el flujo de información desde dos ópticas o puntos de vista; el primero la exposición (cuanto se muestra a los demás) y el segundo la retroalimentación (cuanto se acepta de los demás), mostrando de esta manera la interacción entre dos fuentes de emisión; los demás y el yo.

De este modo se define lo que los autores denominan "espacio interpersonal" al que dividen en cuatro áreas, las que representan diferentes situaciones que se presentan en el proceso de transferencia de información entre los protagonistas y que impactan directamente en la calidad de su interacción, sus actividades y sentimientos.

La ventana de Johari, nominada así por sus inventores, José Luft y Harry Ingham, es uno de los modelos más útiles para describir el proceso de la interacción humana. Cuatro paneles "ventanas," como se ve en la ilustración, dividen el conocimiento personal en cuatro tipos, como representado por sus cuatro cuadrantes: abierto, ocultado, persiana, y desconocido. Las líneas que dividen las cuatro ventanas son como las cortinas de la ventana, que pueden moverse mientras que progresa una interacción.

En este modelo, cada ventana representa a cada persona.

1. El cuadrante "abierto" representa las cosas que ambos conocemos. Las que yo sé sobre mí mismo y que el otro también conoce. Por ejemplo, yo sé mi nombre. El otro también lo conoce. Si la otra persona con quien interactúo ha visitado mi Sitio Web, sabe algunos de mis intereses. El conocimiento que la ventana representa, puede incluir no sólo la información efectiva, pero mis sensaciones, motivos, comportamientos, deseos, necesita y gustos. De verdad, que describa quién soy yo. Cuando hay un contacto por primera vez con una persona la ventana (cuadrante) se encuentra apenas abierto. No hemos tenido tiempo de intercambiar información. A medida que el proceso de conocimiento mutuo continúa, las ventanas se abren de bajan o al derecho, incluyendo más información en la ventana abierta.

2. El cuadrante "ciego" o "no percatarse de" representa las cosas que mi interlocutor sabe o cree saber sobre mí, pero de las cuales yo soy inconsciente. Por ejemplo, podríamos comer en un restaurante, y pude salpicarme un poco de alimento en mi cara. Esta información está en mi cuadrante oculto porque puede verlo mi interlocutor, pero yo no puedo verlo. No me he dado cuenta de ello. Si me dice que tengo algo en mi cara, la cortina de la ventana se mueve al derecho, agrandando información al área del cuadrante abierto. Se puede tener desconocimiento con respecto a situaciones más complejas. Por ejemplo, en mi conversación con ese interlocutor, él puede notar que el contacto visual ha sido mínimo. No puede decir cualquier cosa, puesto que no querrá desconcertarme. O puede por su propia experiencia, imaginar que quizás no esté siendo sincero. ¿Cómo puedo revertir el proceso, para no afectar el nivel de confianza que debe existir?

3. El cuadrante "oculto" representa aquello que yo conozco sobre mí, y que mi interlocutor desconoce completamente. Por ejemplo, no le he dicho, ni mencionado, ni está en mi Web Site, cuál es mi sabor preferido de helados. Esta información está en mi cuadrante "ocultado". Tan pronto como le diga que amo el helado de cereza, estoy moviendo información de mi cuadrante ocultado y estoy agrandando el área del cuadrante abierto. Una vez más hay cantidades de información extensas, virtualmente la historia de mi vida entera, que puede ser revelada a mi interlocutor. Si conseguimos conocernos y confiar el uno en el otro, entonces me sentiré más cómodo divulgando más los detalles íntimos sobre mí mismo. Se llama este proceso: "Auto apertura."

4. El cuadrante "desconocido" representa aquello que yo no conozco sobre mí mismo, y tampoco puede conocerlas mi interlocutor. Por ejemplo, yo puedo divulgar un sueño que tuve. Como ambos procuramos entender su significado, un nuevo conocimiento puede emerger. No lo conocía ni yo ni mi interlocutor, antes de que sucediera la conversación. Al colocarse las personas en situaciones nuevas puede revelar a ambos interlocutores información desconocida por ambos.